La planificación para el desarrollo y la gestión del riesgo de desastres
En el contexto actual en que vivimos, con una epidemia a escala planetaria en pleno desarrollo y eventos de la naturaleza cada vez más recurrentes y de magnitudes cada vez más extremas, muchos de ellos como consecuencia del cambio climático, las distintas dimensiones en las que un desastre puede impactar en el bienestar de las personas se manifiestan en forma evidente. Un solo evento de este tipo puede borrar cualquier avance logrado durante décadas en un territorio dejando sus peores secuelas en aquellos grupos más vulnerables. Si bien las amenazas por fenómenos de la naturaleza son inevitables, sus impactos pueden ser mitigados a través de la gestión del riesgo de desastres, propiciando un mejor conocimiento de las amenazas y un adecuado abordaje de las vulnerabilidades.
El ejercicio de la planificación puede desempeñar un papel fundamental a la hora de identificar vulnerabilidades y actuar en consecuencia con los instrumentos con que se cuenta, tales como planes de desarrollo y reducción de riesgo de desastres, la planificación urbana o el ordenamiento territorial. Así como, a través de los procesos de coordinación intersectorial, la coherencia entre políticas o la articulación entre múltiples actores para mitigar riesgos y crear resiliencia.
Los objetivos que persigue la planificación para la reducción del riesgo de desastres son la reducción de las vulnerabilidades sociales, económicas y ambientales, el aumento de la capacidad de recuperación y el bienestar general de la población mediante un enfoque basado en los derechos. Cuando un país integra instrumentos de política para la gestión del riesgo de desastres con los marcos de políticas nacionales, facilita la asignación de recursos humanos, técnicos y financieros para lograr estos objetivos.
El abordaje de la gestión de riesgo de desastres desde la planificación:
En este sentido, desde el Observatorio se ha querido analizar cómo se aborda la gestión de riesgo de desastres en instrumentos de planificación en los países de la región, ya sea en los planes o estrategias de desarrollo o planes de gestión de riesgo de desastres de alcance nacional y subnacional. Entre las metas que plantean tanto la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (metas 1.5, 11.b y 13.1) como el Marco de Sendái (meta E), se considera que los países avancen en el desarrollo de estrategias de reducción del riesgo de desastres, tanto a nivel nacional como subnacional, y la incorporación del riesgo de desastres a las estrategias nacionales de desarrollo. Los planes o estrategias nacionales y subnacionales para la reducción del riesgo de desastres son esenciales para implementar y monitorear los riesgos prioritarios de un país, al permitir establecer hitos de implementación, asignar responsabilidades a los diversos actores (gubernamentales y no gubernamentales) e identificar recursos técnicos y financieros. Dado que estas estrategias son un elemento central para un sistema de gobernanza del riesgo de desastres a fin de implementar políticas de manera efectiva, deben contar con el apoyo de una arquitectura institucional bien coordinada, así como de capacidades humanas y financieras en todos los niveles de la sociedad.
La Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR, 2019) propone algunos criterios para alinear las estrategias de reducción del riesgo de desastres con el Marco de Sendái:
i) Incorporar diferentes escalas de tiempo, con metas e indicadores asociados a los distintos marcos temporales
ii) Incorporar objetivos de prevención de la creación de riesgo
iii) Incorporar objetivos de reducción del riesgo existente
iv) Incorporar objetivos de fortalecimiento de la resiliencia económica, social, sanitaria y ambiental
v) Incorporar las recomendaciones de la Prioridad 1: Entender el riesgo de desastres
vi) Incorporar las recomendaciones de la Prioridad 2: Fortalecer la gobernanza del riesgo de desastres para la gestión de dicho riesgo
vii) Incorporar las recomendaciones de la Prioridad 3: Invertir en la reducción del riesgo de desastres para la resiliencia
La reducción del riesgo de desastres puede incorporarse entonces en los instrumentos de planificación mediante: i) la inclusión de esta temática en los planes nacionales de desarrollo (o su equivalente), ya sea como objetivo, meta o línea de acción; ii) el diseño de estrategias nacionales de reducción del riesgo de desastres o iii) la elaboración de estrategias de reducción del riesgo de desastres por parte de gobiernos locales. En este ámbito, el panorama es diverso en la región. En lo que respecta a la incorporación de la temática en los planes nacionales de desarrollo, 26 de 31 países que cuentan con instrumentos nacionales de planificación plantean objetivos, metas o líneas de acción relacionadas con la reducción del riesgo de desastres. Por ejemplo, en la estrategia nacional de desarrollo de Antigua y Barbuda, se identifica la gestión del riesgo de desastres y la resiliencia ante el cambio climático como una condición necesaria para el logro de los objetivos de mejorar el medio natural y preservar los activos históricos y culturales (Ministerio de Finanzas y Gobernanza Empresarial, 2015). Lo mismo sucede con las Bahamas, en cuya estrategia se plantea como una de las metas incorporar la reducción del riesgo de desastres en los planes y políticas para construir resiliencia ante amenazas (Secretaría del Plan Nacional de Desarrollo de las Bahamas, 2017).
En los planes de desarrollo de la subregión de Centroamérica, se observan situaciones similares a las expuestas. Esto ocurre, por ejemplo, en Guatemala, donde se proponen medidas de reducción del riesgo de desastres para mejorar la capacidad de adaptación y resiliencia de la población y los ecosistemas, y en Panamá, en cuyo instrumento de planificación se plantea establecer estrategias y protocolos de adaptación y reducción del riesgo de desastres a nivel nacional y local, entre otras. En los instrumentos de planificación de los países de América del Sur también se subraya la importancia de la reducción del riesgo de desastres para alcanzar objetivos de desarrollo. Por ejemplo, en el Brasil, se plantea como un objetivo en sí mismo la gestión del riesgo de desastres y, en Colombia, la promoción del conocimiento en la comunidad sobre los riesgos de desastres y el cambio climático para tomar mejores decisiones en el territorio forma parte de los objetivos del Pacto por la Sostenibilidad, que “busca un equilibrio entre el desarrollo productivo y la conservación del ambiente que potencie nuevas economías y asegure los recursos naturales para nuestras futuras generaciones”.
Cabe destacar, además, el caso de países que, si bien no plantean objetivos concretos respecto de la reducción del riesgo de desastres en sus instrumentos de planificación, destacan la gestión del riesgo de desastres como un elemento que debe considerarse para el logro de sus objetivos nacionales. Tal es el caso de Costa Rica, que considera la gestión del riesgo como uno de los principales elementos orientadores de la formulación del plan, principalmente en lo relacionado con proyectos de inversión pública en infraestructura, producción, viviendas y degradación de ecosistemas. Algo similar ocurre en Honduras, en cuyo plan se plantean proyectos de inversión pública para la prevención y mitigación del riesgo de desastres naturales. Por último, está el caso del Uruguay, que, en su documento Aportes para una Estrategia de Desarrollo 2050, plantea cómo en un entorno de riesgo provocado por la crisis ambiental y el cambio climático, la pérdida de biodiversidad puede exacerbar los efectos de los desastres naturales.
Planes o estrategias nacionales de reducción de riesgo de desastres en ALC:
De acuerdo con el Marco de Sendái y la Agenda 2030, las estrategias integrales de reducción del riesgo deben ir más allá de los sistemas de protección civil e incluir también elementos de naturaleza intersectorial, como la gestión de riesgos urbanos, la planificación del uso del suelo, la gestión de cuencas fluviales, la protección financiera, la reglamentación sobre la capacidad de recuperación de la inversión pública, o la preparación y alerta temprana, temas que no pueden abordarse de manera global mediante ninguna estrategia o plan sectorial individual. De acuerdo con el análisis realizado por el Observatorio Regional de Planificación para el Desarrollo de América Latina y el Caribe, 14 de los 33 países de la región cuentan con planes o estrategias nacionales de reducción del riesgo de desastres (véase el cuadro 1). Cabe destacar que, en todas las estrategias puestas en marcha durante los últimos tres años, se incorporan las metas planteadas por el Marco de Sendái y también se refleja la importancia de transitar de la gestión de desastres a una gestión integrada de los riesgos de desastres, destacando, entre otras cosas, el importante papel de la coordinación interinstitucional para la reducción del riesgo de desastres.
Cuadro 1
América Latina y el Caribe (14 países): planes o estrategias nacionales para la gestión del riesgo de desastres
Fuente: “Planificación para la reducción del riesgo de desastres en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, Documentos de Proyectos (LC/TS.2020/108), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2020.
Articulación multi nivel de la planificación para la reducción de riesgo de desastres:
En las últimas dos décadas, se ha reconocido cada vez más que contar con estrategias o planes de reducción del riesgo de desastres subnacionales que complementen el marco de políticas nacionales es un requisito para el funcionamiento de un sistema de gobernanza del riesgo. Las estrategias o planes locales permiten adoptar un enfoque territorial mucho más armonizado que fomente la rendición de cuentas a través del compromiso directo de una multiplicidad de actores cuya participación es crucial para evitar la creación de nuevos riesgos, reducir acciones que generan riesgo y contar con la voz de los principales grupos que sufren los efectos de los desastres. La bajada de las estrategias de reducción del riesgo de desastres al nivel local probablemente dependerá del grado de descentralización en la práctica, donde la estructura formal de gobierno —centralizada o federal— puede ser, o no, un factor crítico, dependiendo del contexto de cada país. Dado que el riesgo de desastres no se limita a una división territorial o política en especial, también es fundamental que en las estrategias de reducción del riesgo de desastres se consideren soluciones transfronterizas y regionales (como la gestión basada en cuencas o ecosistemas) o acuerdos que abarquen múltiples territorios de gobierno local.
Uno de los indicadores para tres de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 1, 11 y 13) es la proporción de gobiernos locales que cuentan con estrategias de reducción del riesgo de desastres (véase el gráfico II.1). De acuerdo con información obtenida de las plataformas nacionales de seguimiento de los ODS y de la División de Estadística de las Naciones Unidas (UNSTAT), a la fecha, solo nueve países de la región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Perú y Uruguay) informan avances en este indicador. Entre ellos, destaca el caso de Costa Rica, que informa que la totalidad de sus municipalidades cuentan con estrategias para la reducción del riesgo de desastres. México y el Uruguay, por su parte, también reportan un 100%, pero a nivel de gobiernos intermedios (estados en el caso de México y departamentos en el del Uruguay). El Ecuador, Colombia y Chile dan cuenta de una elevada proporción de gobiernos locales con estrategias de reducción del riesgo de desastres (del 90%, el 82% y el 56%, respectivamente).
Gráfico 1
América Latina y el Caribe (9 países): Proporción de gobiernos locales que cuentan con estrategias de reducción del riesgo de desastres
(En porcentajes)
Fuente: Fuente: “Planificación para la reducción del riesgo de desastres en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, Documentos de Proyectos (LC/TS.2020/108), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2020.
Por último, es importante destacar que en América Latina y el Caribe, también se identifican estrategias subregionales para la gestión del riesgo de desastres, como la CDM Strategy 2014-2024 del Caribe angloparlante, el Plan Regional de Reducción del Riesgo de Desastres en América Central (PRRD) 2019-2023 de los Estados miembros del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), y la Estrategia Andina para la Gestión del Riesgo de Desastres, de la Comunidad Andina (CAN) (véase el cuadro 2).
Cuadro 2
América Latina y el Caribe: planes subregionales para la gestión del riesgo de desastres
Fuente: Elaboración propia, sobre la base de información del Observatorio Regional de Planificación para el Desarrollo de América Latina y el Caribe [en línea] https://observatorioplanificacion.cepal.org/es.
Contar con instrumentos para la gestión de riesgos de desastres permiten la anticipación y una mejor preparación ante las amenazas por fenómenos de la naturaleza. Junto con ello, la coordinación entre las instituciones resulta fundamental para que las decisiones de políticas y acciones resulten efectivas. Como ha podido verse, la mayoría de los países de la región relevan la importancia de la gestión del riesgo en sus estrategias nacionales de desarrollo y muestran también avances en la elaboración de estrategias nacionales para la reducción de riesgo de desastres en línea con el Marco de Sendai. Donde aún existe espacio para avanzar es en el desarrollo de estrategias subnacionales que permitan la bajada al territorio de la gestión de riesgo de desastres de manera armónica entre instituciones y niveles de gobierno y con la participación de múltiples actores de la sociedad, sobre todo de aquellos quienes sufren los efectos de un desastre. Cualquiera sea la estrategia que un país adopte respecto a la incorporación de la gestión del riesgo de desastres en la planificación dependerá de diversos factores propios del país como su estructura político-administrativa, tamaño, institucionalidad, nivel de descentralización, entre otros. Pero dado el factor crítico que puede constituir un desastre en el avance hacia el desarrollo sostenible es recomendable relevar ésta temática en los marcos de política de más alto nivel para de esta forma delinear acciones coordinadas entre los distintas áreas y niveles de gobierno, y articuladas con los diversos sectores de la sociedad.
Adaptado del documento: Planificación para la reducción del riesgo de desastres en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible